Hazte socio/a

Silencio…

Silencio…

Una sola palabra y cuantos significados y sensaciones…

Puede ser algo sublime, majestuoso, deseado o incomodo o quizá agobiante.

Las ciudades suelen ser maestras en tapar el silencio. Estamos tan acostumbrados al ruido que no lo echamos en falta e incluso, su falta en ocasiones, nos incomoda, pero el silencio muchas veces habla y mas que las palabras y mejor, porque habla el corazón.

Estos son necesarios a todos los niveles ya que su intensidad a veces es más fuerte e importante que una palabra. Es una forma de comunicarnos. No significa estar ausentes, pero a veces, creemos que es malo e incluso puede llegar a causar ansiedad, por eso, siempre que podemos, lo evitamos y buscamos el ruido. ¿Por qué cuando entramos en casa lo primero que hacemos es poner la televisión o la radio a pesar de estar todo el día rodeados de ruido?

¿Quizá por miedo a escucharnos? ¿Por lo que podamos oír y no nos guste? ¿De qué estamos escapando?

Probemos a abrir un libro, a pasear sin auriculares, a escuchar el viento, los arboles, otro tipo de ruido diferente… quizá si lo hacemos, nos alegremos y aficionemos…

También te puede interesar

Recuerdo a José María Castillo a los dos años de su muerte

Gracias, Pepe

Lo último

"Va siendo hora de que la Iglesia católica recapacite para subirse al tren del progreso"

El no del Vaticano a ordenar mujeres diaconisas, ni en la Iglesia primitiva

Silencio, intemperie y "falta de frailes": ¿Basta con cumplir la ley del mercado para justificar una decisión pastoral?

Cierre del Colegio Santo Domingo de La Reina: Una lección dolorosa para la Iglesia Sinodal