Hazte socio/a

La humildad no vende

La humildad no vende

Creo que estaréis de acuerdo conmigo. Hoy la humildad se confunde por una persona, débil, ñoña, boba, tonta, porque “no vende” es algo que ya no se lleva… Lo que vende, es el pisar, el orgullo, el estar por encima de, el destacar, justo lo contrario de lo que nos dice el Evangelio. Pero seamos conscientes de que una persona humilde no significa que tiene que estar por debajo de nada ni de nadie.

Sin embargo, es algo que cada vez es más necesario ¿Quién no se equivoca, quien no tiene que pedir perdón? Todos…Las limitaciones y defectos forman parte de nuestro ser. Pero no lo confundamos con este tipo de personas que piden perdón por algo que saben que no van a cambiar porque no son capaces, porque su arrogancia no les permite ver más allá. Piensan que están ejerciendo la humildad, cuando en realidad, su actitud sigue siendo la misma. Esa forma de proceder lo que hace es ponernos una venda que no nos permite ver nuestros propios errores.

Cuantos más cargos, más poder, por lo tanto, más deberíamos de usarlo para el servicio a los demás, y lo que estamos haciendo es justo lo contrario, que es lo que está pasando hoy día en nuestra sociedad…

Una persona humilde sabe reconoce sus defectos, aprende de ellos y tiene la suficiente madurez como para corregirlos. Por lo tanto, no nos dejemos llevar por la prepotencia que lo único que nos hace, es no dejarnos avanzar y cerrarnos puertas. Aunque a primera vista no lo veamos así…

Ser humildes nos hace ser justos con nosotros mismos porque nos ayuda a comprender cuales son nuestros limites y ser consciente de lo que aun nos queda por aprender…

También te puede interesar

Recuerdo a José María Castillo a los dos años de su muerte

Gracias, Pepe

Lo último

"Va siendo hora de que la Iglesia católica recapacite para subirse al tren del progreso"

El no del Vaticano a ordenar mujeres diaconisas, ni en la Iglesia primitiva

Silencio, intemperie y "falta de frailes": ¿Basta con cumplir la ley del mercado para justificar una decisión pastoral?

Cierre del Colegio Santo Domingo de La Reina: Una lección dolorosa para la Iglesia Sinodal