Román Espadas: El jesuita cubano de la última novela de Padura
Una voluntad admirable en la búsqueda del diálogo entre fe y cultura
"La primera vez que pude ver a Leonardo Padura en persona, fue en la presentación de su novela La neblina del ayer. hizo alusión a la cercana relación que existía desde hacía tiempo entre él y el dialogante Espadas"
"En su última novela, Personas decentes, el reconocido escritor introduce la aparición en una de las conversaciones transcurridas en la Cuba del 2016 de un personaje que habla sobre un jesuita cubano llamado Román"
"Hace unos meses, por sus condiciones de salud, el P. Román fue trasladado a la enfermería de la Compañía en República Dominicana, donde se las ingenia para seguir cercano a los suyos en Cuba"
"De seguro la aparición del nombre del jesuita en la literatura de Leonardo Padura es también, de alguna forma, el agradecimiento de los cubanos a un hombre con una voluntad admirable en la búsqueda del diálogo entre fe y cultura"
Román Espadas
La presencia de la Compañía de Jesús en las obras literarias no es rara avis de estos tiempos. Recordemos, por ejemplo, en el célebre texto La Peste, de Albert Camus, la singularidad del personaje de P. Paneloux, un jesuita erudito y militante.
Los seguidores de San Ignacio han cultivado desde siempre una cercanía tangible con el campo intelectual de los países que habitan. Por eso no extraña que Victorio, aquel díscolo personaje de Los palacios distantes, del reconocido literato cubano Abilio Estévez, tuviera en la Iglesia de Reina, administrada por los jesuitas, una de sus místicas reflexiones sobre la vida.
La primera vez que pude ver a Leonardo Padura en persona, fue en la presentación de su novela La neblina del ayer, en el teatro del Centro Loyola Reina, a finales del 2019. El reconocido autor cubano, quien ha estado incluso en la lista de varios medios especializados como posible candidato al Premio Nobel de Literatura, hacía una parada en su agenda para acudir al encuentro al que su amigo, el padre jesuita Román Espadas, lo había convocado desde que se anunció la aparición de su obra.
Durante el conversatorio sobre el libro, Padura hizo alusión a la cercana relación que existía desde hacía tiempo entre él y el dialogante Espadas. Los que conocemos al padre Román sabemos de su deseo de estar constantemente promoviendo el diálogo entre la Iglesia y el campo cultural. Su presencia en Cuba siempre estuvo marcada por la forja de relaciones de amistad sincera con personas dedicadas al desarrollo del pensamiento en nuestro país. Era un jesuita que solía llamar con regularidad a sus amigos, y su inquietud por aprender lo llevó a sentarse –con más de ocho décadas- en las aulas del Centro Félix Varela para, como estudiante, escuchar las clases de Historia de Cuba del Dr. Roberto Méndez.
Hace unos meses, por sus condiciones de salud, el P. Román fue trasladado a la enfermería de la Compañía en República Dominicana, donde se las ingenia para seguir cercano a los suyos en Cuba. Pienso que, como sencillo agradecimiento a su amistad sincera, en la última novela de Padura, Personas decentes, el reconocido escritor introduce -no por casualidad- la aparición en una de las conversaciones transcurridas en la Cuba del 2016 de un personaje que habla sobre un jesuita cubano llamado Román, que le compartía libros interesantes en formato digital para su lectura.
Dijo Ítalo Calvino algo así como que las amistades se pierden si alguien no las escribe. De seguro la aparición del nombre del jesuita en la literatura de Leonardo Padura es también, de alguna forma, el agradecimiento de los cubanos a un hombre con una voluntad admirable en la búsqueda del diálogo entre fe y cultura. Nada mejor que el título de esa última obra paduriana para describir al padre Román. Sin dudas, una persona decente.
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