El mismo cardenal Aós reconoció en su homilía pronunciada en este misa lo experimentado durante estos años, en Santiago. "Viví preocupaciones y tristezas y lágrimas", dijo. "Pero faltaría la verdad si callara, que he vivido numerosas y grandes satisfacciones y alegrías".
“Aós fue el mejor pastor que pudo tener la Iglesia de Santiago porque al final fue un gran pastor que se hizo pequeño como los pequeños y supo dar testimonio con la fuerza espiritual del silencio".
"Hemos recibido testimonio vivo de una alta visión de nuestra Iglesia de Santiago", le dijo su vicario general y obispo auxiliar, Alberto Lorenzelli. “Nos dio una fuerte experiencia de una iglesia particular que, bajo la guía de su obispo, vive su vocación y cumple su misión (...) Siempre buscó unir a todos, construir una realidad eclesial unitaria y no un mero contenedor de experiencias múltiples".
"En una palabra, don Celestino ha ejercido su ministerial episcopal en la iglesia de Santiago y de Chile con la sabiduría de un pobre", afirmó el obispo auxiliar Álvaro Chordi, vicario de pastoral.