Nosotros los mayores, y la poesía 3. EL LIBRO DE LA VIDA

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
31 mar 2015 - 14:38
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El paso de currante a jubilado suele movilizar mucho a las personas, que se preguntan: ¿y ahora qué? Algunos se deprimen. Otros aprovechan la oportunidad para disfrutar, lo más posible, de su nueva vida. Algunas personas, a medida que van saboreando el nuevo tiempo libre, se detienen a contemplar fotografías del álbum familiar, con nostalgia de lo bueno perdido, con dolor por las desgracias, errores, zancadillas y mil traspiés cometidos y sufridos. Mi madre, ya muy mayor, siempre tenía al alcance de la mano una caja grande de cartón atiborrada de fotos de toda la familia y de toda su vida, y se pasaba el día barajando emociones, echando a volar suspiros y oraciones...

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A medida que los ancianos se encaminan hacia la Cuarta Edad, el repaso de imágenes, de recuerdos, en su fantasía y en su conversación, se hace más frecuente. Sería interesante, me atrevería a sugerir que casi obligatorio, confeccionar con el ordenador, de forma muy sencilla pero dialogada en todo momento, un pequeño cuadernillo con fotografías escaneadas y texto, donde se elabore una reducida biografía, para quedarse él/ella con un ejemplar en papel, y entregar otras copias a sus hijos, a sus nietos, a sus amigos... El objetivo sería dejar, por escrito y con imágenes, constancia de que una vez fue joven, y formó una familia, trabajó para todos ellos, rió, le gustaban las flores, fue feliz... Diez páginas como mínimo... Les regala, como testamentaria herencia, el recuerdo de su propia vida.

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QUE EL SOL VENGA A MIS BRAZOS...

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El año pasado dio a conocer el cura poeta Jesús Mauleón su álbum lírico “Apasionado adiós”, despedida del mundo a sus 72 años, desde la fe y el amor a la creación y al ser humano. No penséis que está enfermo y terminal; todo lo contrario: sano sanísimo, vivito y coleando, con mucha vida por delante.

Escogemos para hoy los versos de “Porque he vivido tanto”, himno de gratitud al cielo por las experiencias de amor y ternura que ha vivido intensamente en su contacto con la naturaleza. Acción de gracias por el don de la poesía y el milagro de alimentarse y repartir el pan y la palabra. Himno de gratitud por la cercana y misteriosa presencia del ser humano en sus edades varias... Como Francisco de Asís, y el otro Francisco de Roma, dirige su mirada final al hermano Sol, al Padre Sol, y suplica insaciable: “que el Sol venga a mis brazos y los colme / de otra vida aún mejor...”.

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PORQUE HE VIVIDO TANTO

Porque he vivido tanto

que llevo el mar conmigo,

las uvas de mi infancia,

la nieve de los Alpes...

Porque he vivido tanto

que ya las nubes o la lluvia mansa

me siguen como un perro. Hasta los montes

son ya de mi familia,

y las tardes de niebla

me estrechan en sus brazos.

Tanto, tanto he vivido que las mismas palabras

se sientan a mi mesa,

comen su pan conmigo, saboreo

los nombres que ellas ponen

a todas las delicias que la vida me sirve.

Tanto he vivido

que tengo la sonrisa de los niños por mía,

me apunto osadamente al vigor de los jóvenes

y hasta levanto en vilo

el peso al más allá de los ancianos

que arrastran sin afán los pies del alma

por una calle abierta y sin retorno.

Porque he vivido tanto que ya nadie

ni nada me es ajeno.

No se me escapa el cielo, hasta los pájaros

han comido en mi mano

y aun los astros me encienden por la noche

luces de afán y algunas gotas dulces de elevada

melancolía.

Mucho he vivido. Espero

llevar al más allá mis manos llenas

de abierta gratitud. Espero

que el Sol venga a mis brazos y los colme

de otra vida aún mejor donde sus filos-rayos

acuchillen la muerte para siempre.

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QUIEN TE LAVA EN ESPÍRITU

Y TE RESUCITA...

Veamos a continuación un segundo poema/testamento, del valenciano Vicente Gaos. Fallecido a los 61 años en 1980, se publicaron póstumamente los versos de su trabajo “Última Thule”, que recibieron el máximo galardón de poesía, el Premio Nacional de Literatura. De este libro hemos seleccionado “Adiós a la nada”, que confidencia una misteriosa y valiente confesión de fe del poeta buscador del Dios que no acababa de encontrar. En la presentación de los dos volúmenes de su Poesía Completa, cerraría su discurso Dámaso Alonso con estas emocionadas palabras: “¡Grande, profundo, atormentado, triunfal Vicente Gaos!”

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ADIOS A LA NADA

Los hombres no son islas,

ni penínsulas.

Pero tú lo fuiste a lo largo de años, durante los

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cuales

estuviste rodeado,

o casi rodeado,

de muerte y nada por todas partes,

o por todas partes excepto una.

En tal circunstancia,

si por el mínimo istmo que te enlazaba a la vida,

a la comunión con tus semejantes,

amaste un árbol, o a una mujer,

no los amaste de veras, pues solo los amaste

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por sí mismos,

y en ti mismo;

ensimismado, entimismado,

encerrado en una plaza de muerte, nada, sueño,

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impotencia...

Pero al fin, al fin,

has sido rodeado por todas partes,

han derribado tus fronteras.

Y rodeado por todas partes de amor –todopoderoso milagro-,

ya no eres isla ni península, te han sacado del

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aislamiento.

Ahora comulgas seguro con tus semejantes,

amas seguro los árboles,

y a la mujer, al hombre, a todas las criaturas,

porque las amas en el amor que vence todas las

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cosas,

todos los seres.

Ya no temes el muro final, piensas -tranquilo y

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consolado- en las postrimerías.

Ya sabes de dónde vienes y adónde vas.

Vienes de ti y vas a ti.

No de la nada y a la nada.

Ya no te lamentas de las circunstancias.

Pues el amor es tu única circunstancia,

lo único, el único que te circunda y abraza,

quien te circunscribe y sella con cruz indeleble,

quien te lava en espíritu y te resucita,

quien te ha esperado con inagotable paciencia,

quien te ha perdonado plenamente tu

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desesperanza.

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REFLEXIÓN. Hemos decorado el blog con espejos de mano. El jubilado que inicia su nuevo estado debería mirarse el corazón y el alma más que las arrugas. Como el conductor de automóvil necesita espejo retrovisor, al conductor de su propia vida le convendría recuperar los momentos felices del pasado para celebrarlos de nuevo, las pérdidas de camino para recobrar la ruta y la esperanza...

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En dos breves Presentaciones levanto una puntita del pañuelo de mi intimidad de anciano joven. En breves fórmulas de fe personal declaro que creo y amo a Dios. Sería bueno pulsar la opción “Pantalla completa” (ó F11). “Creo en Dios” (pulsar aquí) y “Amo a Dios” (pulsar aquí).

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NOSOTROS LOS MAYORES,

y la Poesía

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1. ¡Así, no!

A LA SALIDA DEL PUEBLO, de Vicente Aleixandre

2. Tercera Edad y Cuarta Edad

YA ME CANSÓ LA IMAGEN DEL INVIERNO, de José Moreno Villa, y ENAMORADO, de Roberto Cabral

3. El libro de la vida

PORQUE HE VIVIDO TANTO, por Jesús Mauleón

ADIÓS A LA NADA, por Vicente Gaos

4. El testamento de José Luis Martín Descalzo

EL CANSADO y EL ERROR, por J. L. Martín Descalzo

Y ENTONCES VIO LA LUZ..., por J. L. Martín Descalzo

5. Abuelos

LISA, por Ildef. Man. Gil, y UN RAMO DE ESPERANZAS PARA UNA MADRE PRÓXIMA, por J. M. Fdez. Nieto

6. Abuelos y nietos: reciprocidad

CON MICHAEL, por Ildefonso Manuel Gil

LIMOSNA, por Ramón de Garciasol

7. La cruz de la ancianidad

ESTABA DIOS AQUÍ, por Francisco Garfias

ESTE DOLOR, por María Luis Mora

8. Ancianidad y Resurrección

EMAÚS, por Rafael Alfaro

DIOS NOS HABLA A TODAS HORAS, por Ricardo León

9. Buscando a Dios entre la niebla

ANTES DE HUNDIRME, por Griselda Álvarez

ES UNA TARDE CENICIENTA..., por A. Machado

TEN ESPERANZA, por V. Aleixandre

10. La arruga es bella

SABOR DE VENDIMIA, por Gioconda Belli

11. Los árboles viejos son acogedores

NADIE ENVEJECE..., por Albert Schweitzer

PERO NUNCA TE DETENGAS, por Teresa de Calcuta

12. Abro las escrituras para fortalecer mi corazón

ESTOY DELANTE DE TI, por Jacques Gauthier

UNA VEZ AL DÍA, de Paul Roth

13. Los que vivimos solos

AJENO, por Claudio Rodriguez

¡VEN!, por Autor desconocido

ÍNDICE del 13 al 24

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