Ahora pensamos que es fácil reconocerla porque tenemos la Navidad "domesticada" por un consumismo infernal, pero la verdadera Navidad sigue siendo el acontecimiento más disruptivo de la historia: la encarnación del Dios misericordioso desde las periferias de lo humano.
La salvación entera es detenerse, como el samaritano, ante los imprevistos heridos del camino, para socorrerlos personal y sistémicamente, porque detrás de cada herida evitable y no socorrida, hay una estructura de pecado y una conspiración del mal.
quienes se consideran virtuosos o "gente de bien" suelen protegerse con la falsa coraza de virtud meritocrática, impenetrable a la gracia divina que desconcierta en un Pesebre...Al carecer de "huecos" o vulnerabilidades, se vuelven inmunes a la transformación que solo la gracia puede ofrecer.
El camino del Adviento está señalizado con las víctimas de este mundo, las de las guerras decididas por "la gente importante", los inmigrantes sin más esperanza en sus tierras depredadas por los colonialismos de siempre, los abusados por clérigos del sagrado celibato y los humillados y silenciados de todo tipo. Si no lo transitamos por allí, estamos errando el camino del Adviento.