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Carlos Murciano 4. DESDE LA CARNE AL ALMA

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
16 abr 2017 - 07:36
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Nos asomamos, en esta entrega, a versos casi contemporáneos de “Un día más o menos” (pulsar aquí), intenso manantío de poesía existencial de arriesgado y emocionante compromiso personal con la aventura de vivir. “Desde la carne al alma” se titula el poemario que hoy memoramos y que, en convicción de Francisco Arias Solís, “contiene los poemas decisivos y últimos de esta búsqueda”. Búsqueda y encuentro son, acaso, los dos términos que mejor sintetizan el proceso radical de la experiencia de Carlos Murciano por la noche de las preguntas, y su deslumbramiento por los mediodías de la fe.

BÚSQUEDA Y ENCUENTRO

Dos ejemplos de oscuridad y reto podrían ser “La prueba” y “Así como nosotros”. En el soneto “La prueba”, se identifica el poeta de Arcos con el crucificado de la duda y de la sangre; y, en conmovedor juego de roles, le pide a Dios. “Y tú, ya arrepentido y vacilante, / déjate ser Tomás y hunde tu dedo, / Señor mío y Dios mío, en mi costado.”

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El siguiente poema es “Así como nosotros”. Reconoce Carlos Murciano al Señor: “te lo debemos todo”, y a continuación le increpa: “Dios mío, reconócelo, estás / en deuda con nosotros…” Y, dando la vuelta al Padre Nuestro, así cierra el poema: “olvida todo el daño, todo el mal que te hicimos / y perdónanos luego interminablemente. / Así como nosotros, Señor, te perdonamos.”

Se presentan a continuación dos poemas de queja y desconsuelo, “Hablando claro” y “Réquiem por un hombre”, y unos exquisitos versos, “Dios encontrado”, de experiencia de fe y misteriosa Presencia…

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SOLO UN MUÑECO QUE SE MUEVE EN LA PALMA DE TU MANO

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Impresionante soneto increpando a Dios por su misteriosa voluntad creadora y conservadora del mundo y del hombre, por su moral (”Palabra que no sé por lo que peco”). Y, ya en los versos finales, por su incomprensible, su arbitraria providencia sobre la aventura existencial de cada ser. En crisis de fe y certezas, como Unamuno o Blas de Otero, demanda Carlos Murciano razones para creer y obrar con rectitud y convicción.

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HABLANDO CLARO

Las cosas claras, Dios, las cosas claras.

¿Acaso te pedí que me nacieras,

que de dos voluntades verdaderas,

de barro y llanto, Dios, me levantaras?

¿Acaso te pedí que me dejaras

en mitad de la calle -en las aceras

se apiñaba la vida- y que te fueras:

y que con tu desdén me atropellaras?

Palabra que no sé por lo que peco.

Palabra que procuro, mas en vano,

llenar tu hueco, rellenar mi hueco.

Pero soy nada más Carlos murciano.

Ni hombre ni nada, Dios, solo un muñeco

que se mueve en la palma de tu mano.

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QUE NO SE BORRE ANDRÉS DE TU MEMORIA

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Carlos Murciano interpela al Señor de la Vida, preguntándole por un niño, “carne de días”, que acaba de fallecer, acaso su propio hijo. ¿Le conocías, Señor? "No dices nada..." Repite el poeta por tres veces el nombre del niño, Andrés. Y suplica personalmente –plegaria que nace de su fe en un Dios Poderoso– “que no se borre Andrés de tu memoria”. Parece que ha llegado a la familia una nueva criatura que sustituirá al fallecido (“porque alguien está donde él estuvo...”). ¡Pero no es lo mismo! El que se fue se llamaba Andrés (“Réquiem por un hombre”); se cerró con la muerte el ciclo de su breve historia entre nosotros. Descanse para siempre, Dios mío, Dios nuestro, acunado en tus brazos de Padre...

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REQUIEM POR UN HOMBRE

Hoy se ha acabado Andrés. Vivía. Era

un hombre más. Señor, ¿le conocías?

Te lo presentaré: carne de días

encerrada en un alma verdadera.

O al revés. Ya no importa. Lo que fuera.

Un hombre, un nombre: Andrés. Señor, decías?

No dices nada. En fin: sus alegrías

estrenan hoy un traje de madera.

¿Sus alegrías? Bueno, si las tuvo.

Tristezas, más. Me consta y lo comprendo.

Menos o más, cerraron una historia.

Porque alguien está ya donde él estuvo,

Carlos, un hombre más, te está pidiendo

que no se borre Andrés de tu memoria.

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DIOS ESTÁ AQUÍ, SOBRE ESTA MESA MÍA

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“Poesía, clarísimo misterio”, escribió barrocamente Carlos Murciano. Angustiado por el latido del tiempo y su inexorable y brusca aniquilación en cada ser vivo, se deja traspasar, en un segundo movimiento de descubrimientos, por el gozoso regalo de una luz repentina, que echa a rodar por dentro ideas y palabras.” Notable joya literaria y espiritual.

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DIOS ENCONTRADO

Dios está aquí, sobre esta mesa mía

tan revuelta de sueños y papeles;

en esta vieja, azul fotografía

de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,

en el hueco sencillo de la almohada;

y lo grande es que apenas si me asombra

mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco

la silla y toco a Dios; mi diccionario

se abre de golpe en "Dios"; si callo un poco

oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios –¡si estaba

ya dentro...!–; cierro, y sale, mas se queda;

voy a lavar mi cara y Dios se lava

también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,

lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,

ni me sorprendo ni me maravillo

de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve

hecho yo mismo –Dios, perdón– su frío

y no acierto a explicarme por qué envuelve

su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia

alta y antigua en donde vivo. Hacía

por salvar, escribiendo, la distancia

y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,

que me mojo las manos con su espuma;

tan cerca, que termino, porque temo

estarle haciendo daño con la pluma.

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CARLOS MURCIANO

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Misterio y luz en la poesía de Carlos Murciano

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1. Amatorio

DONDE EL POETA EXPLICA CÓMO Y POR QUÉ COMPARTE

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CON LA AMADA UN VASO DE VINO

DONDE EL POETA DICE DE UNOS SENOS DE MUCHACHA

DE LO QUE OCURRIÓ EN LA PLAYA DE EL PUERTO

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DE SANTA MARÍA

2. Amatorio 2

HABLA EL POETA A LA AMADA, POR VEZ PRIMERA, DE SUS

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DOS HIJAS

OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR A SUS DOS HIJAS

OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR ENTRE PUCHEROS

3. Un día más o menos

8 DE DICIEMBRE

18 DE NOVIEMBRE

18 DE MARZO

4. Desde la carne al alma

HABLANDO CLARO

RÉQUIEM POR UN HOMBRE

DIOS ENCONTRADO

5. Los años y las sombras

JAULA VACÍA

EL ARCÓN

LA AZOTEA

6. Este claro silencio

LA NUBE

EL REGRESADO

LA VISITA

7. Abuelo Dios

ABUELO DIOS

PERRO DIOS

A UNA NOVICIA QUE EL POETA VIO EN LA GALERÍA DEL

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CONVENTO QUE VISITABA

8. Epitafio y bromas

DONDE EL POETA COMPARTE SU LECHO POR VEZ PRIMERA

EPITAFIO PARA UNA MONJA ANCIANA

DE UN LUGAR SECRETO QUE TENÍA LA AMADA

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