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Carlos Murciano 3. UN DÍA MÁS O MENOS

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
16 abr 2017 - 07:35
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Tras una primera etapa, literaria y existencial, de ausencia de preocupación religiosa, aunque el poeta anda inmerso en la búsqueda de algo que no sabe precisar pero que le desazona, acabará encontrando lo que perseguía. Lo que en libros anteriores era búsqueda, ahora sería encuentro.

El poemario “Un día más o menos”, escrito entre 1959 y 1962, consta de treinta y dos poemas fechados, en los que el lírico, de 28 años, que está viviendo intensamente la aventura de ir construyendo una familia (esposa y tres hijos, de momento), como en un diario del corazón irá traduciendo a endecasílabos el carrusel de novedades que los días le regalan. Del intenso caleidoscopio de vivencias, por limitación de espacio, nos detendremos en tres fechas comprendidas hacia el final del proceso: 8 de diciembre, 18 de noviembre y 18 de marzo.”

Pero sería interesante adelantar ya los últimos versos de las memorias, que así clausuran su iniciático viaje hacia la luz y el encuentro: “Pero Dios –nunca el tiempo–, Dios, Dios, Dios / quiso, al fin, ser mañana. Abrió la puerta / y, vencedora, el alma entró a raudales. / Un día más o menos ya no importa, / si dentro está la luz, para cerrarla.”

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Y MIENTRAS GOZO REPARTIÉNDOLO...

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En la festividad de la Inmaculada Concepción, los cinco miembros de la familia de Carlos Murciano, con solemnidad ritual se sientan a la mesa. El padre poeta preside, como Jesús en la Sagrada Cena, la fiesta. Y, sirviendo la sopa y repartiendo gozosamente el pan, improvisa una deliciosa plegaria invocando la bendición del Altísimo. Sorpresa final: como repiqueteo de castañuelas, como algarabía de ángeles con triángulos, “es una música celeste / el leve son que inician las cucharas.”

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8 DE DICIEMBRE

Sobre la mesa están el agua, el vino,

los cubiertos, el pan, la loza nueva.

Hoy ha salido el sol y, en tanto funde

la mucha nieve –sucia ya– de ayer,

acaricia el blancor de los manteles

y arranca chispas del cristal. Llegamos

ante la mesa familiar y, mudos,

vamos tomando asiento: cinco seres

de Dios, en esta casa que ahora empieza

a conocernos y a ser nuestra –un hombre,

una mujer, tres hijos–, silenciosa-

mente, vamos cumpliendo un viejo rito,

uniendo nuestros claros eslabones

a la cadena del vivir. Aroma

la hierbabuena, cuando voy sirviendo,

humeante la sopa. Tomo luego

un pedazo de pan y, mientras gozo

repartiéndolo, digo: "Dios, bendice

este techo, esta mesa, este alimento,

este poco de lumbre y este mucho

de amor". Y es una música celeste

el leve son que inician las cucharas.

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TREPAN HASTA MIS PIERNAS

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Los tres hijos, María de las Nieves y su gemela Antonia, con Carlos María, invaden el santuario del poeta y se apoderan de su sagrado templo. “Vienen / hasta mi puerta, empujan, abren, entran, / irrumpen…” Todo veloz, irrespetuoso, abusivo… Hasta juegan a pintarle los versos… Y le arrastran al salón de la madre. Fuera es otoño y gris. Dentro, primavera. Último verso, última delicatesse, guinda de la tarta familiar: “y Dios se olvida de cerrar la puerta.”

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18 DE NOVIEMBRE

Ellos son enemigos del silencio

y de la sombra. Con sus voces torpes

encienden una luz en el pasillo

e inventan la canción, la estrenan. Vienen

hasta mi puerta, empujan, abren, entran,

irrumpen en mis versos, interrumpen

mi soledad y al suelo la derriban,

trepan hasta mis piernas, me arrebatan

la pluma, los papeles, acarician

mi palidez, mis ojos tan cansados,

y sobre un verso a medio hacer dibujan

con un lápiz azul sus alegrías.

María de las Nieves, casi vuelo,

Antonia, con un mirlo en las pestañas,

y oliendo a mar y a sol, Carlos María,

me arrastran luego, niño, de la mano

hasta donde ella cose, digo sueña.

Otoño ha puesto gris, cerrado el cielo,

amarillos los árboles del parque

y un pájaro no canta ya su dicha

tras el cristal. La tarde se desploma

y se deja morir. Mas aquí dentro

la primavera inicia su murmullo

y Dios se olvida de cerrar la puerta.

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UN NUEVO ALIENTO CELESTE: DIOS-ALMENDRO

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En vísperas del 21 de marzo, atribuye Murciano a Dios, a su poder y amor, la llegada de la primavera. “El golpe de su clara / sandalia ha resonado limpiamente / sobre el azul…” Donde había muerte (invierno), se instala un nuevo aliento: Dios almendro, campana, cántaro, lirio, paloma… El verso “capaz de asirse a lo invisible ha sido”, está construido con raro hipérbaton, muy gongorino. Orden lógico: mi mano ha sido capaz de asirse a lo invisible… Pero el “ha sido” final visualiza gráficamente el esforzado gesto de estirar la mano para alcanzar lo invisible… Dos últimas aproximaciones sensoriales a la Presencia de Dios: Dios que toco (muchacho, mosquito, libro) y Dios que contemplo: Dios-luna blanca en puesta rojiza de sol…

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18 DE MARZO

Hoy que la primavera se vislumbra

bajo este plenicielo al que la tarde

rindió su amaritud, Dios ha bajado

un escalón. El golpe de su clara

sandalia ha resonado limpiamente

sobre el azul, para extenderse luego

–eco feliz– hasta la tierra. Donde

lo mortal erigía su reinado

ha venido a instalarse un nuevo aliento

celeste: Dios-almendro, Dios-campana,

Dios-cántaro, Dios-lirio, Dios-paloma.

Una vez más he visto que mi mano

capaz de asirse a lo invisible ha sido,

de alcanzar lo infinito, digo, y tiemblo.

Dios-muchacho, Dios-cínife, Dios-libro

siento bajo la yema de mis dedos

al par que los pronuncio. Y si levanto

los ojos para volverlos a su origen,

Dios-luna, blanqueante, se destaca

de lo que ya el crepúsculo enrojece.

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CARLOS MURCIANO

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Misterio y luz en la poesía de Carlos Murciano

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1. Amatorio

DONDE EL POETA EXPLICA CÓMO Y POR QUÉ COMPARTE

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CON LA AMADA UN VASO DE VINO

DONDE EL POETA DICE DE UNOS SENOS DE MUCHACHA

DE LO QUE OCURRIÓ EN LA PLAYA DE EL PUERTO

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DE SANTA MARÍA

2. Amatorio 2

HABLA EL POETA A LA AMADA, POR VEZ PRIMERA, DE SUS

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DOS HIJAS

OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR A SUS DOS HIJAS

OYE EL POETA A LA AMADA CANTAR ENTRE PUCHEROS

3. Un día más o menos

8 DE DICIEMBRE

18 DE NOVIEMBRE

18 DE MARZO

4. Desde la carne al alma

HABLANDO CLARO

RÉQUIEM POR UN HOMBRE

DIOS ENCONTRADO

5. Los años y las sombras

JAULA VACÍA

EL ARCÓN

LA AZOTEA

6. Este claro silencio

LA NUBE

EL REGRESADO

LA VISITA

7. Abuelo Dios

ABUELO DIOS

PERRO DIOS

A UNA NOVICIA QUE EL POETA VIO EN LA GALERÍA DEL

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CONVENTO QUE VISITABA

8. Epitafio y bromas

DONDE EL POETA COMPARTE SU LECHO POR VEZ PRIMERA

EPITAFIO PARA UNA MONJA ANCIANA

DE UN LUGAR SECRETO QUE TENÍA LA AMADA

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