Nosotros los mayores, y la Poesía 21. ERES LO QUE RECUERDAS

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
31 mar 2015 - 16:27
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Con casi noventa años, el gran pensador italiano Norberto Bobbio escribió su libro “De Senectute”. Reproducimos alguna de sus juiciosas reflexiones: “El viejo vive de recuerdos y para los recuerdos, pero su memoria se debilita día tras día. Y sabes que lo que ha quedado, o lo que has logrado sacar de ese pozo sin fondo, no es sino una parte infinitesimal de una parte de tu vida".

Pero hay un resquicio todavía: "No te detengas, no dejes de seguir sacando. Cada rostro, cada gesto, cada palabra, cada canto, por lejano que sea, recobrados cuando parecían perdidos para siempre, te ayudan a sobrevivir". Que, expresado con otras palabras, suena así: “Se dice: al final eres lo que has pensado, amado, realizado. Yo añadiría: Eres lo que recuerdas.”

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REMINISCENCIA E HISTORIA DE VIDA

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Desde siempre, hemos oído criticar las batallitas del abuelo, que unas veces encandilaba a su auditorio con fascinantes relatos y otras aburría a las ovejas con el disco rayado de las mismas historias. En sociedades primitivas ha sido valorado y escuchado el anciano por su sabiduría, su prolongada y probada experiencia, su proximidad a las regiones altas del Espíritu. Todos los seres humanos, también los animales, tienen recuerdos; les han ocurrido en la vida mil y una aventuras, sucesos, éxitos y fracasos, experiencias que se fueron archivando en la memoria para ser evocadas, revividas, posteriormente.

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Al rememorarlas, si se trata de experiencias placenteras, de logros y acontecimientos felices, constituyen una fuente de sabiduría personal, de refuerzo positivo de la propia identidad, de autocaricias tan necesarias en una situación de envejecimiento probablemente solitario y difícil. Es como ascender a una alta montaña y contemplar desde arriba el variado y rico paisaje de toda una existencia. Mereció la pena haber nacido y haber vivido. Si en la pasada aventura se cometieron errores que atormentan y desazonan, todavía se pueden desactivar sus efectos; por ejemplo con el perdón y la misericordia. Y me refiero también a perdonarse uno mismo decisiones equivocadas, que hubiera sido mejor no haber tomado. Sobre el tema de la Reminiscencia sugeriría dos interesantes artículos a los que podéis acceder pulsando aquí y aquí.

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TAMBIÉN LOS POETAS ESCRIBEN RECUERDOS

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La revisión de vida se puede realizar, como tantos autores, confesando al papel o al ordenador confidencias íntimas en emocionados capítulos. O, tal vez, a lo largo de numerosas entrevistas con un asesor espiritual o un psicólogo clínico. Y no sería mala idea desnudar el alma y el corazón en el seno de un grupo que amorosamente escucha y permite, a lo largo de varios encuentros, ir refiriendo hechos significativos de la vida, obteniendo quizás el confidente "una mejora anímica en virtud de la felicidad que supone la rememoración de experiencias simbólicas” (Ángel Moreno).

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Los poetas existenciales suelen también asomarse al paisaje del corazón y describir sucesos de su vida cargados de sensibilidad y ternura. Así se muestra la poeta catalana Cristina Lacasa en “Alguna vez por la mañana...”, versos pertenecientes al poemario “Ópalos del instante” (Adonais, 1982). De la semblanza que presenta en la solapa la editorial, destacaría para nuestro tema el siguiente párrafo: “Dentro de una orientación autobiográfica creciente, Cristina Lacasa muestra una tensa y melancólica actitud de testimonio íntimo con trasfondo de la historia común.” Quizá sea ya un buen momento para presentar el poema, reflexionando posteriormente sobre él.

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ALGUNA VEZ POR LA MAÑANA...

Alguna vez por la mañana, cuando

el gallo había dado sus tres toques de alarma,

iba al horno a amasar hermosas piezas

de pan crujiente. Iba con la abuela,

y mientras ella sabiamente daba

a la masa su norma, sudando noblemente,

yo sentía en mis venas correr todos los ríos

que van al mar. El mar estaba

entre mis manos infantiles,

que modelaban, escultora en ciernes,

un buey, un caracol, una abstracción cualquiera,

con un trozo de masa.

La llama haciendo un curso de ascensión en los rojos

y el aroma del pan caliente daban

al aire incienso y música.

Casi un templo era el horno, casi un rito

aquella forja entre las manos

(oh, religión del pan).

Ella, la abuela, pura, sudaba y bendecía

cada forma acabada; yo soñaba,

entre el mar nunca visto y mis obras de harina,

que era sacerdotisa de una orden

antiquísima y honda.

Miraba el buey dorado, la hogaza grande y tierna,

con un fondo de espigas en los ojos,

aunque el mar ya me instaba desde el río,

que se iba lentamente hacia su propia

naturaleza.

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Amén. Dios permitía

aquel caudal salido de la entraña

del horno, el alimento primerísimo

dispuesto. Mis ligeros

dedos se estremecían por su parte

minúscula de fruto.

Ella besaba entonces, en un rapto,

mis manos creadoras; el mar clamaba dentro

y yo aún no lo sabía.

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Describe Cristina la experiencia infantil con numerosos detalles de gran humanidad, como cuando nos da a conocer un gesto de la abuela: “Ella besaba, entonces, en un rapto, / mis manos creadoras...” Aunque todos los sentidos disfrutan protagonismo, destacaría el tacto. Como cuando habla de “pan crujiente” y “hogaza tierna”, y explica que sus manos “modelaban... con un trozo de masa”; y al describir a la abuela “sudando noblemente”.

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Son numerosas las referencias religiosas. “Casi un templo era el horno...” “oh, religión del pan”. Se imagina Cristina “que era sacerdotisa de una orden / antigua y honda”. Dios estaba muy presente, porque “Amén. Dios permitía / aquel caudal salido de la entraña / del horno”. “Ella, la abuela, pura, sudaba y bendecía / cada forma acabada.” En las continuas referencias al mar podría sospecharse cierta identificación del mar con la divinidad. En el 2000 se editó la “Antología de la Poesía Cósmica de Cristina Lacasa”. Ha fallecido hace tres años y su página sigue como quedó entonces (pulsar).

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NOSOTROS LOS MAYORES,

y la Poesía

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12. Abro las Escrituras para fortalecer mi corazón

ESTOY DELANTE DE TI, por Jacques Gauthier

UNA VEZ AL DÍA, de Paul Roth

ÍNDICE del 1 al 12

13. Los que vivimos solos

AJENO, por Claudio Rodriguez

¡VEN!, por Autor desconocido

14. Viudas sin luto

ÉL SE FUE MUY SERIO, por Carilda Oliver

NO ME CANSO, MI AMOR, YA DE QUERERTE, por Carilda O.

LA VIUDITA, de Carlos Murciano

15. Disfrutar del sexo a cualquier edad

BODAS DE PLATA, por Gastón Baquero

LA PAREJA, por Leopoldo de Luis

16. Entrega completa hasta el final

HOY PARECE..., por Gonzalo Alonso-Bartol

A MI ESPOSA, por Cintio Vitier.

17. Nos recetan a las mujeres la vejez prematura

MOMENTO, por Carlos Murciano

LA ORACIÓN DE LA NOCHE, de José María Valverde

MUJER IRREDENTA, de Gioconda Belli

18. Porque el cielo nos mira y se complace

CÍTARA MÍA, por Gonzalo Rojas

ARRUGAS, por Miguel d'Ors

19. Y es más breve el tiempo del amor

CARA A CARA, de Luis López Anglada

LA AMADA INNUMERABLE, por Bartolomé Mostaza

DÍA DE FIESTA, de Luis López Anglada

20. Cenizas que no se apagan

EL FUEGO ARDÍA LENTO, por Concha Zardoya

AÚN VIVAZ, de Concha Zardoya

"CUANDO DIOS QUISO", de Francisca Aguirre

21. Eres lo que recuerdas

ALGUNA VEZ POR LA MAÑANA..., por Cristina Lacasa

22. Pero el olvido, no, nunca el olvido

ESCÚCHAME, por Antonio Porpetta

23. El album familiar

FOTOGRAFÍAS, por Ginés Aniorte

24. Bendita memoria, bendito olvido

EL QUE TIENE MALA MEMORIA, por Manuel Mantero

TAMBIÉN HAY MUERTOS QUE MATAN, de José Bergamín

25. Nicanor Parra, Centenario Vivo

ENLACE A NUEVE PÁGINAS SOBRE PARRA

ÍNDICE del 25 al 36

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