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Nosotros los mayores, y la Poesía 14. VIUDAS SIN LUTO

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Todavía en el pasado siglo seguía siendo el riguroso luto una costumbre extendida entre nosotros, que el gobierno de turno, desde los Reyes Católicos, impulsaba e imponía; por ejemplo, el luto de color negro, como negra es la noche, la oscuridad, el misterio, lo tétrico (anteriormente, el luto era blanco).

Informa Noelia Tari: “En sociedades primitivas, cuando una mujer quedaba viuda, ésta no podía contraer matrimonio durante el período de luto, que podía oscilar entre los cuatro años (indios americanos) o toda la vida (pueblos brahamanes de la India o mahometanos, por ejemplo). La razón que alegaba la comunidad era que la viuda traía mala suerte porque llevaba el espíritu del marido y la enfermedad que le condujo a la muerte (la esposa estaba infectada). Por ese motivo se las sometía a ritos purificadores e incluso se las sacrificaba...”

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EJERCICIOS ESCRITOS, COMO CARTAS...

Para mujeres y hombres, el fallecimiento de su pareja es siempre un doloroso drama, máxime si la convivencia ha sido prolongada y feliz. La expresión tradicional del luto tenía cierto sentido: parecía conveniente un período de recogimiento y silencio, de cierto aislamiento social, de celebración de rituales de duelo que serenasen el alma atormentada.

Suelen recomendarse en terapia ejercicios escritos, como cartas dirigidas a la persona ausente, cerrando asuntos pendientes, por ejemplo, desahogando sentimientos, etc. Los poetas lo tienen muy fácil. Y es frecuente redactar emocionados poemas de llanto y esperanza, dirigidos al padre o madre fallecidos, al esposo o esposa, al hijo o hija...

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ÉL SE FUE AL SILENCIO

PERO CANTARÁ

Hace quince años llegó a mis manos un importante poemario de la escritora cubana Carilda Oliver (Matanzas, 1922), que tiene por título “Se me ha perdido un hombre” (Fundación Jorge Guillén, 1998): 50 inquietantes poemas en los que Carilda, que había perdido en 1981 a su adorado esposo, el tenor Félix Pons, iba derramando, con serenidad y fuerza, gritos de desamparo, lamentos de soledad, preguntas sin respuesta al Dios misterioso...

En la nota inicial de esta 2ª edición, así describe Antonio Piedra el contenido de este elegíaco libro: “El recorrido que en él se hace por la métrica española, casi exhaustivo, es similar al que emprende la poetisa en su búsqueda por la referencia perdida, y en donde lo de menos es morir y lo de más seguir viviendo para una hermosura secreta...” Conozcamos ya uno de sus exquisitos poemas:

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ÉL SE FUE MUY SERIO

El se fue muy serio

a dormir en paz:

Yo sigo despierta

sin poder volar.

Él se fue temprano

para Siempre ya.

Yo sigo aquí sola,

muerta a la mitad.

Él se fue al silencio

pero cantará.

Yo sigo callada,

esposa y jamás.

Él se fue a la tierra

para descansar.

Yo sigo velando

su sueño total.

Él se fue al encuentro

de la claridad.

Yo sigo parada

con la sombra atrás.

Él se fue del tiempo

¿dónde lo tendrán?

Yo sigo en los días

sin eternidad.

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LO MISMO QUE TE QUIERO

TE QUISIERA

En “No me canso, mi amor, ya de quererte...”, inspirado en uno de los más conocidos sonetos religiosos ("No me mueve, mi Dios, para quererte..."), declara Carilda su apasionado amor al difunto, más allá de la muerte y la esperanza. Os sugiero conocer el más popular de los poemas, que da título al libro, “Se me ha perdido un hombre”, pulsando aquí.

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NO ME CANSO, MI AMOR, YA DE QUERERTE

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(No me mueve, mi Dios, para quererte)

No me canso, mi amor, ya de quererte

ni me pesa tampoco lo perdido;

sólo importa de veras que has vivido

y ese tiempo que falta para verte.

No fue gloria pasada el conocerte

porque sigo teniendo lo tenido;

tú no eres la noche ni el olvido,

en mi pecho renaces sin tu muerte.

Sé que es larga y monótona la espera,

y si acaso tu rostro se borrara

algún sueño mañana pareciera.

Pero siempre será lo que antes era.

Aunque verte de nuevo no esperara

lo mismo que te quiero te quisiera.

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Fallecido su esposo Félix en 1980, después de una larga enfermedad, vivirá la escritora cubana con intensidad el duelo de su pérdida redactando el poemario “Se me ha perdido un hombre”, que dará a conocer en la década siguiente al tiempo que anuncia un nuevo matrimonio con Raidel Hernández (ella tenía 69 años y él 24 cuando se casaron en 1991).

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LA VIUDITA RÍE HERMOSA Y GALANA

Cierro estos apuntes, que titulé “Viudas sin luto” (sin luto, pero con sentido duelo), con unos deliciosos versos del poeta mayor de la poesía religiosa Carlos Murciano. En su publicación “Un ave azul que vino de las islas del sueño” (Hiperión, 1996) descubrimos el poema “La viudita”, ilustrado simpáticamente por Fernando Gómez que, para los primeros versos, dibuja una triste viuda bajo un cielo con lluvia; y en la segunda versión señala un cielo con estrellas... Recordemos que las primeras estrofas se apoyan en una canción popular de ronda que el poeta modifica con elegancia y admirable humanismo.

LA VIUDITA

-Yo soy la viudita

del Conde Laurel.

No tengo marido.

Jamás lo tendré.

La viudita mira

desde su ventana

cómo cae la lluvia

de la madrugada.

-Yo soy la viudita.

Vendrá el sol de mayo,

mas no vendrá el Conde

sobre su caballo.

La viudita viste

camisa cerrada,

falda de estameña,

corpiño de lana.

-Yo soy la viudita.

Lo dice el espejo

donde estoy mirando

mi desvalimiento.

Un corro de niñas

juega por la plaza.

La viudita cruza,

triste y enlutada.

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Segunda versión

-Yo Soy la viudita

del Conde Laurel.

No tengo marido,

pero lo tendré.

La viudita cuenta

desde su ventana

millones de estrellas

en la noche clara.

-Yo soy la viudita.

Con el sol de mayo,

vendrá el caballero

que me ha enamorado.

La viudita viste

camisa de holanda,

corpiño de seda,

refajos y sayas.

-Yo soy la viudita.

Pero en el espejo

como una candela

relumbra mi cuerpo.

Un corro de niñas

juega por la plaza.

La viudita ríe,

hermosa y galana.

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PRESENTACIÓN PPS. Ofrecemos el PPS “Bendito amor”, basado en la Oración Gestáltica de Fritz Perls. «Ámate mucho, madura, y el día que puedas decirle al otro “Sin ti también estoy bien”, ese día estarás más preparado para vivir en pareja...» Pulsar aquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,

y la Poesía

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12. Abro las Escrituras para fortalecer mi corazón

ESTOY DELANTE DE TI, por Jacques Gauthier

UNA VEZ AL DÍA, de Paul Roth

ÍNDICE del 1 al 12

13.Los que vivimos solos

AJENO, por Claudio Rodriguez

¡VEN!, por Autor desconocido

14.Viudas sin luto

ÉL SE FUE MUY SERIO, por Carilda Oliver

NO ME CANSO, MI AMOR, YA DE QUERERTE, por Carilda O.

LA VIUDITA, de Carlos Murciano

15.Disfrutar del sexo a cualquier edad

BODAS DE PLATA, por Gastón Baquero

LA PAREJA, por Leopoldo de Luis

16.Entrega completa hasta el final

HOY PARECE..., por Gonzalo Alonso-Bartol

A MI ESPOSA, por Cintio Vitier.

17.Nos recetan a las mujeres la vejez prematura

MOMENTO, por Carlos Murciano

LA ORACIÓN DE LA NOCHE, de José María Valverde

MUJER IRREDENTA, de Gioconda Belli

18.Porque el cielo nos mira y se complace

CÍTARA MÍA, por Gonzalo Rojas

ARRUGAS, por Miguel d'Ors

19.Y es más breve el tiempo del amor

CARA A CARA, de Luis López Anglada

LA AMADA INNUMERABLE, por Bartolomé Mostaza

DÍA DE FIESTA, de Luis López Anglada

20.Cenizas que no se apagan

EL FUEGO ARDÍA LENTO, por Concha Zardoya

AÚN VIVAZ, de Concha Zardoya

"CUANDO DIOS QUISO", de Francisca Aguirre

21.Eres lo que recuerdas

ALGUNA VEZ POR LA MAÑANA..., por Cristina Lacasa

22. Pero el olvido, no, nunca el olvido

ESCÚCHAME, por Antonio Porpetta

23.El album familiar

FOTOGRAFÍAS, por Ginés Aniorte

24.Bendita memoria, bendito olvido

EL QUE TIENE MALA MEMORIA, por Manuel Mantero

TAMBIÉN HAY MUERTOS QUE MATAN, de José Bergamín

25.Nicanor Parra, Centenario Vivo

ENLACE A NUEVE PÁGINAS SOBRE PARRA

ÍNDICE del 25 al 36

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