Versos que ENCUENTRAN A DIOS 2

Versos que ENCUENTRAN A DIOS 2
Versos que ENCUENTRAN A DIOS 2
Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
06 sep 2019 - 23:03

Aquí tu aliento y tu Presencia viva

El invitado de hoy será mi buen amigo y excelente poeta Jesús Mauleón, del que acabo de presentar en Religión Digital su último libro “Pero estás en mi aliento (Senectutis carmina)”, editado en el presente año de 2019 a la interesante edad del autor de 82 años. Los versos de ahora conservan el excelente sabor del vino añejo en cuba de roble, que estimulan en nuestro paladar existencial un saboreo muy intenso y profundo. Presentados en seis entregas de Nido de Poesía, podrá conocer 16 poemas nuevos de Mauleón, pulsando aquí.

jesusyfamiliares
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MAULEÓN, JESÚS (Arróniz, Navarra, 1936). Poeta y cura”, como titula su blog; no hay contradicción: “la vocación poética y la religiosa son dos llamadas de Dios”. Ha publicado más de 17 títulos: tres novelas, varios ensayos de espiritualidad, y unos cuantos libros de versos..., que ahora son uno solo, de 556 páginas: su “Obra Poética (1954–2005)”, editada por el Gobierno de Navarra. La revista “Vida Nueva” publicó hace años dos pliegos sobre “Dios en la poesía española del siglo XXI”: no podían faltar a la cita líricos versos de Mauleón. Posteriormente a su “Obra Poética”, conocimos en 2.010 “Este debido llanto”, poemario centrado en el fallecimiento de su madre, perfumado todo él de místicos aromas, uno de los más bellos, originales, evangélicos obituarios que conozco. Tres años después “Apasionado adiós”, agradecido adiós a la vida que largos años disfrutó y hoy paladea sorbo a sorbo.

AQUÍ TU ALIENTO Y TU PRESENCIA VIVA

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Veremos algunos poemas donde se destaca la presencia divina en el hogar. Como los versos de “Esta casa, Señor, es como un templo”, de Jesús Mauleón. Dios Padre preside y bendice, desde su invisible altar de luz, la vida del hogar. Y sería bueno abrir puertas, ventanas y muros, en fraternal abrazo al espacio exterior. Claro que a lo mejor, cuando el poeta habla de la casa, se está refiriendo también al propio corazón, secreto templo de claridad y caridad, de esperanza y de fe. Sugerencia: sería útil dedicar un rincón de la casa como espacio de oración. Una pared o una estantería podrían ser suficientes: fijar alguna imagen devota, mejor Cristo Resucitado que el Crucificado, y mejor los dos. Alguna vela, la Biblia... Y quizás una bandejita donde depositar algún escrito, objeto, etc.

ESTA CASA, SEÑOR, ES COMO UN TEMPLO

Esta casa, Señor, es como un templo

Aquí tu amor. Aquí tu aliento y tu presencia viva.

Aquí estás tú como señor y dueño,

pero más como Padre.

Aquí se siente

tu fuego en la cocina, tu bondad en la mesa

tu descanso y tu paz

en la penumbra azul del dormitorio.

Nuestro cuarto de estar

haces cuarto de ser, Ser con mayúscula,

y no hay rincón que tu presencia ignore

ni frente que no roce y acaricie

tu mano paternal, tu tacto amigo.

Esta casa, Señor, es como un templo

donde no hay que ponerse de rodillas

porque tu amor se abaja a nuestra altura

y vas y vienes sin marcharte nunca

de nuestro espacio familiar

donde se vive a diario

y se muere un poquito cada día...

Sigue aquí con nosotros.

Si estas cuatro paredes

con su calor nos cierran

al espacio exterior que en ti respira,

ábrenos las ventanas,

abre en tu corazón el nuestro al mundo,

ábrenos a la casa sin paredes

donde amas y cobijas a los hijos

de tu familia humana.

Esta casa, Señor, es como un templo,

lleno de tu presencia,donde tú nos regalas invisible

tu amor de Padre para andar por casa

y andar bien por la vida.

DIOS ESTÁ AQUÍ

escribiendo559
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Uno de los poetas mayores de la religiosidad hispana, Carlos Murciano, nos entrega, en “Dios encontrado”, elegantes serventesios de gran belleza literaria y exquisita sensibilidad. En Dios vivimos, nos movemos y existimos... (Hch 17,27). “Dios está aquí”, se proclama repetidas veces. Venid adoradores, adoremos... Y hasta el mismo poeta juega a identificarse con la divinidad (“Voy a lavar mi cara y Dios se lava...”; “y no acierto a explicarme por qué envuelve / su cuerpo en este pobre traje mío...”).

Sugerencia: ¿cómo redactarías tú algo personal sobre el sentimiento de presencia y adoración de Dios en tu vida? Anímate a expresarte en escritura libre... “Dios está aquí...” Prosigue sin miedo, reservando para Dios-Amor un lugar en tu vida...

DIOS ENCONTRADO

Dios está aquí, sobre esta mesa mía

tan revuelta de sueños y papeles;

en esta vieja, azul fotografía

de Grindelwald cuajada de claveles.

Dios está aquí. O allí: sobre la alfombra,

en el hueco sencillo de la almohada;

y lo grande es que apenas si me asombra

mirarlo compartir mi madrugada.

Doy a la luz y Dios se enciende; toco

la silla y toco a Dios; mi diccionario

se abre de golpe en "Dios"; si callo un poco

oigo jugar a Dios en el armario.

Abro la puerta y entra Dios –¡si estaba

ya dentro...!–; cierro, y sale, mas se queda;

voy a lavar mi cara y Dios se lava

también y el agua vuélvese de seda.

Dios está aquí: lo palpo en mi bolsillo,

lo siento en mi reloj y, aunque me empeño,

ni me sorprendo ni me maravillo

de verlo tan enorme y tan pequeño.

Me lo dobla el cristal, me lo devuelve

hecho yo mismo –Dios, perdón– su frío

y no acierto a explicarme por qué envuelve

su cuerpo en este pobre traje mío.

Hoy he encontrado a Dios en esta estancia

alta y antigua en donde vivo. Hacía

por salvar, escribiendo, la distancia

y se me desbordó en lo que escribía.

Y aquí sigue: tan cerca que me quemo,

que me mojo las manos con su espuma;

tan cerca, que termino, porque temo

estarle haciendo daño con la pluma.

SU MANO TRANSPARENTE SOBRE EL HOMBRO

hombreoscuro15
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Diálogo de un vecino con un extraño, frente a su vivienda. Alguien ha encendido la luz de su casa. Y está asustado. Se siente tan solo y necesita tanto compañía. Fabula Enrique Badosa esta pequeña historia, en la que nos viene a sugerir que Dios (el “Tú” final) quiere ser amigo nuestro. El habitante de la iluminada vivienda rememora la fe de su infancia (“el nombre que perdí”). Deliciosa parábola del hijo que regresa al hogar y se encuentra en la calle con el Padre que ha salido a su encuentro. Me impresiona la frase “¿Cómo pudo saber que estoy cansado, / y me pone su mano transparente / sobre el hombro?”. Sugerencia: conmoverá al orante imaginar en su hombro la invisible caricia de la mano de Dios.

SEPA USTED QUE EN MI CASA VIVO SOLO...

Sepa usted que en mi casa vivo solo,

y no es posible que alguien haya dado

esta luz que ahora veo en la ventana.

¡Espere, por favor!... Ya se alejaron

los alborotadores de la noche,

y quisiera tener alguien al lado.

Aunque tal vez a usted otros le esperan,

y yo le canso aquí... ¿No? ¡Gracias! Claro

que a usted no le sorprende ni le inquieta

ver luces encendidas en mi cuarto.

... Es verdad, vivo solo y hace frío

al mirar los espejos derribados

por la sombra. ¡Y cómo le agradezco

que me escuche un momento! Pero acabo.

No obstante, si supiera cuánto temo

la luz que han alumbrado

en mi casa vacía... ¿Qué hace usted?

¿Cómo puede saber que estoy cansado,

y me pone su mano transparente

sobre el hombro? ¿Por qué se está empeñando

en que debo subir y abrir la puerta

y recorrer mi casa, y decir alto

el nombre que perdí?... ¡No, no se vaya!

¿Por qué usted...? ¿Por qué Tú me ayudas tanto?

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ÍNDICE de ENLACES: pulsar el título de un Enlace

Versos que BUSCAN A DIOS

1. Abrir los ojos y mirar

CANCIÓN DE MI CEGUERA, de Francisco Garfias

ES UNA TARDE CENICIENTA Y MUSTIA, de Antonio Machado

SEÑOR, QUE ME HAS PERDIDO LAS GAFAS, de J. A. Muñoz Rojas

2. Golpeado por la luz de las estrellas

LAS MANOS CIEGAS, de Leopoldo Panero

SIN LA MANO DE DIOS, de María Elvira Lacaci

ESTO ES LARGO Y OSCURO, de José Antonio Muñoz Rojas

y3. Hombre de Dios me llamo, pero sin Dios estoy

BÚSQUEDA, de Griselda Álvarez

SALMO INICIAL, de José María Valverde

ALGO MÁS ESTOY SIENDO, de José García Nieto

Versos que ENCUENTRAN A DIOS

1. La imprevisible Presencia de Dios

UN MINUTO DE SILENCIO, de Manuel Mantero

HERMOSA PRESENCIA, de Vicente Gaos

NO OS ANGUSTIEIS POR VUESTRA VIDA, de Jesús de Nazaret

2. Aquí tu aliento y tu Presencia viva

ESTA CASA, SEÑOR, ES COMO UN TEMPLO, de Jesús Mauleón

DIOS ENCONTRADO, de Carlos Murciano

SU MANO TRANSPARENTE SOBRE EL HOMBRO, de Enrique Badosa

y3. Era Dios lo que tenía dentro de mi corazón

ANOCHE CUANDO DORMÍA, de Antonio Machado

HIJO MÍO QUE ESTÁS EN LA TIERRA, de J. L. Martín Descalzo

¿CÓMO…?, de Miguel D’Ors

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