Nosotros los mayores, y la Poesía 39. AGNOSTICISMO, VIEJO PERRO...

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
31 mar 2015 - 10:03
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Ilustramos la página de hoy con la portada de la Antología de Poesía Religiosa que editó, como autor de “selección, prólogo y notas”, el poeta y crítico prestigioso Leopoldo de Luis. Incluye 295 poemas de 38 líricos, en publicación de 1969. Sorprendente: hoy, 8 de febrero de 2015, he podido disfrutar, en versión PDF, de la lectura completa de esta meritoria antología (pulsar aquí).

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"AGNOSTICISMO, VIEJO PERRO..."

Así titulamos hoy nuestra página del post, porque el notable poeta cordobés autor de esta Antología Religiosa, a lo largo de su fecunda existencia (falleció hace diez años en Madrid a la edad de 88 años) vivió en permanente inquietud espiritual, preguntándose honradamente por la realidad, o ensoñación, de la trascendencia, y suspendiendo provisionalmente la decisión de creer en el más allá, aunque evaluando, positiva y críticamente, la importancia y fundamentación de los valores religiosos. La síntesis final del poema “Santos recintos”, que reproducimos a continuación, no puede ser más elocuente: “Agnosticismo, viejo perro / que roe el hueso de mi vida”.

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ENTRAR Y SALIR DE RECINTOS DE FE LOS VEO CON ENVIDIA

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Cierra Leopoldo de Luis su antología de Poesía Religiosa con las siguientes conclusiones: La poesía religiosa no puede tomarse sólo como adoración. Tampoco sólo como virtud. También es duda, agonía; incluso negación. Y, desde luego, deseo de esperanza y ansia de justicia.” Asombra la lucidez y honestidad de su investigación; y pienso que resume bien su talante humanista, su irrenunciable compromiso con la verdad, el bien y la belleza.

El presente poema, “Santos recintos”, me llega hondo al corazón: se adivina por sus versos pulsos de zahorí del alma que busca apasionadamente por el subsuelo de la vida agua manantial de esperanza que sacie su sed de absoluto.

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SANTOS RECINTOS

Me arrodillo en los monasterios

y me descalzo en las mezquitas.

Algo que aún quema viejas leñas

su azul rescoldo precipita.

Antiguos ritos en figuras y orlas

lentos colores armonizan

y las paredes nos envuelven

con el fervor desde las criptas.

El suelo dice a nuestras plantas

que la tierra nos necesita

y la llamada trascendente

del alminar el cielo frisa.

Llega la luz por las ventanas

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deshecha en rosas amarillas

y sentimos que son los siglos

lo que al silencio nos concita,

la tradición la que nos pone

su niebla dulce en las pupilas.

Los iconos asomados a

la plata de su lacería

nos contemplan con la mudez

de su ternura primitiva.

Su melopea va el Corán

repitiendo con monotonía

mientras tiembla por el salterio

la trenzada música bíblica.

Fervor distinto que consigue

doblar en ambos la rodilla

y en el aire santo poner

la palabra que no termina.

Viejas creencias que el temor

y la esperanza reunifican.

Van místicos por monasterios

y sufíes van por mezquitas.

Entrar y salir de recintos

de fe los veo con envidia.

Agnosticismo, viejo perro

que roe el hueso de mi vida.

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LAS MANOS SE ENTRECRUZAN EN INVISIBLE ACERCAMIENTO

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Dentro de unos días celebramos San Valentín. Aquí nos llegan unos versos tiernos y esperanzados del lírico enamorado que no se conforma con las llamas que hoy arden en los pechos amantes y sus fiestas de amor, sino que exige eternizarlas más allá del tiempo y sus relojes.

Descubrí por Internet la bella estampa que nos ilustra el poema: los amantes de Teruel acercan, en escultura hermosa de Juan de Ávalos, sus ardientes pulsos encendidos de eternidad. Sueña Leopoldo de Luis un amor sin final, aunque nos habrá de confesar con rigor que “es difícil creerlo, pero es duro / pensar que nuestro amor no vuelva nunca...”

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LOS AMANTES

Bien quisiera pensar que los amantes

se encuentran tras la muerte e inauguran

una nueva manera de quererse

a otra luz o a otra sombra o a otra música.

Rastros imperceptibles, indelebles

restos de ayer, acaso, leve espuma

de un laberinto, briznas del cabello,

recuerdos como gotas de una lluvia

que resbaló por la vidriera aquella

por el cristal de un cielo de ternura.

Las manos que tocaron el calor

de límites amados se entrecruzan

de nuevo en invisible acercamiento

y más allá del tiempo ahora se buscan.

Quizá hay reinos detrás de la materia

donde el amor celestemente triunfa,

donde se reconstruyen torrecitas

que un día aquí de pronto se derrumban.

Es difícil creerlo, pero es duro

pensar que nuestro amor no vuelva nunca.

Sentimos en la noche golpear

el corazón que el tiempo transfigura

y quisiéramos dar, en nuestro sueño,

con algo más hermoso que la duda.

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LA MANO ES TUYA, LA SIENTO ENTRE LAS MÍAS Y ME BASTA

El fallecimiento de su jovencísima esposa Leonor trastornó severamente la salud de Antonio Machado. En los versos de “Soñé que tú me llevabas...” expresa el poeta sevillano su fantasía primaveral de dar un paseo con la difunta, muy viva en el sueño, sentir su mano en la suya y escuchar su voz de niña: “¡Eran tu voz y tu mano / en sueños tan verdaderas!” (Podemos leer el poema, ilustrado con imágenes de vídeo, y escucharlo cantado, pulsando aquí.)

El poeta cordobés D. Leopoldo, que nos escribió “Poema de amor leyendo a Machado”, se emociona, sí, con los versos del enamorado D. Antonio, pero viene a cantarnos que su amada está viva, está muy viva. Y la prueba es que la mano que aprieta no es un sueño: “La mano es tuya, / la siento entre las mías y me basta / para saber que no eres fantasía...”

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POEMA DE AMOR

LEYENDO A MACHADO

No es posible creer que es fantasía

todo el amor. ¿Acaso

fue una invención Leonor

o un sueño Guiomar?

¿Existió o no la amada, las amadas?

¿Y aquella mano de la compañera?

Tengo el amor conmigo porque tengo

tu cuerpo amado. No es una entelequia.

La fantasía donde habita es

en el paisaje,

los álamos del río,

la cumbre azul,

el campo...

hasta el atardecer...

los hemos inventado en torno nuestro.

La mano, en cambio, no. La mano es tuya,

la siento entre las mías y me basta

para saber que no eres fantasía

y que sí importa, y mucho,

que tú seas la amada.

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“LEOPOLDO DE LUIS:

SABIDURÍA Y TERNURA”

En nuestra web “Nido de Poesía” hemos dedicado una sección a Leopoldo de Luis: nueve poemas a toda página (ver con Pantalla Completa o F11), enriquecidos con imagen y música. Pulsar aquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,

y la Poesía

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36. Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL, de Eloy Sánchez Rosillo

LA ESCONDIDA FUENTE, de Eloy Sánchez Rosillo

EL VIAJE, de Eloy Sánchez Rosillo

ÍNDICE DEL 25 al 36

37. Miro mis manos...

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS, de Eloy S. Rosillo

CERTIDUMBRE QUE QUEMA, de Eloy Sánchez Rosillo

38. El efecto mariposa

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis

VISITA AL MERCADO, de Leopoldo de Luis

39. Agnosticismo, viejo perro...

SANTOS RECINTOS, de Leopoldo de Luis

LOS AMANTES, de Leopoldo de Luis

POEMA DE AMOR LEYENDO A MACHADO, de L. de Luis

40. ¡Cómo amaba la vida!

ATARDECER EN BARAÑÁIN, de Jesús Mauleón

PISA ESTE PARQUE, de Jesús Mauleón

NUEVO EPITAFIO, de Jesús Mauleón

41. Con esta dicha de sentirme vivo

GRACIAS, GRACIAS, de Jesús Mauleón

PLAZA DE LOS CASTAÑOS, de Jesús Mauleón

YO PONDRÉ SOL, de Jesús Mauleón

42. Pero ésta no es mi casa

PERO ÉSTA NO ES MI CASA, de Jesús Mauleón

ESPERO, de Jesús Mauleón

ESTE POEMA NO FUE NUNCA ESCRITO, de Jesús Mauleón

43. Cuando mueren los otros

ESA MUERTE PEQUEÑA, de José María Fernández Nieto

RUDA FAENA, de Daniel de la Vega

44. Vendrás de noche o de mañana

CIRIOS, de José Emilio Pacheco

SÉ QUE VENDRÁS, de Joaquín Antonio Peñalosa

A VOCES, de Joaquín Benito de Lucas

45. Avísame, Señor

HERIDO VER, de Ramón de Garciasol

ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero

CONVALECENCIA, de Juan Ramón Jiménez

46. El rostro que conjura ver al final

EL ROSTRO QUE CONJURA, de José Agustín de Goytisolo

ANNE MARIE, de Ricardo Paseyro

VER LLEGAR LOS INVIERNOS..., de Fernando Fortún

47. Descifrando sentidos a la muerte

SERÁN CENIZA, de José Ángel Valente

MUERTE VENIDERA, de Joaquín León

48. Amaré y amaré hasta el final

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de T. Luca de Tena

ENAMORADO, de Roberto Cabral

LA MUERTE COMO EL AMOR, de Victor Manuel Arbeloa

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