Nosotros los mayores, y la Poesía 48. AMARÉ Y AMARÉ HASTA EL FINAL

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
31 mar 2015 - 09:55
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En imagen, dos generaciones, dos edades que nos evocan distanciados momentos de nuestra vida: al muchachito, más próximo a sus orígenes, lleno de vida, de posibilidades, nos le imaginamos como una semilla con promesas de tallo y fruto. A la persona mayor, en cambio, la fantaseamos más cerca de su final, con heridas del tiempo y alguna hoja otoñal perdida. Y es que, a medida que nos acercamos a la ancianidad, la vida nos aparece menos intensa: se van debilitando la audición y la vista, enlenteciendo el paso, la actividad física, la comunicación amorosa... Envejecen nuestras células y se pierden. El hombre, como todo ser vivo, va muriendo a plazos hasta la extinción final.

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LA CURVA BIOLÓGICA Y LA CURVA PERSONAL

Podíamos hablar de la curva biológica, exterior, del ser humano, que comienza con un enorme potencial dinámico que se irá desgastando a medida que se prolonga el tiempo. La sociedad materialista actual valora utilitariamente al trabajador eficaz, y cuando su rendimiento se empobrece, como con las máquinas que ya no producen, se le arrincona y despide.

Pero no nos resulta difícil imaginar, más acá de la curva biológica del nacer, producir y morir abandonado y fracasado, otra curva sin caída, en ascensión de vida y felicidad que san Pablo nos dibuja dinámicamente así: “Aunque el hombre exterior se está destruyendo, nuestro hombre interior se renueva de día en día” (2 Cor 4,16).

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Me han impresionado los siguientes versos que redactó, pensando en su muerte, un anciano oblato de María Inmaculada y se traducen, más o menos, así: “Perdemos la memoria / para no pensar más que en Dios. / Perdemos la audición / para no escuchar más que a Dios. / Perdemos los ojos / para no ver más que a Dios. / Perdemos a nuestros seres queridos / para no apegarnos más que a Dios. / Y perdemos nuestra casa / para solo desear / la Casa de Dios.

Morir es acabar de nacer. De todos los esfuerzos y éxitos de la vida, permanecerán para la eternidad solamente aquellos que hayan sido construidos en el amor. Venimos de Dios y vamos a Dios. Y no todo termina con la muerte, porque los hijos, por ejemplo, además de llevar a sus padres en el corazón, los suelen interiorizar, sobre todo, en el bisbiseo de su conciencia, ya que asumieron como propios los valores evangélicos transmitidos en la enseñanza y el ejemplo de sus progenitores.

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ME LLEVE SUAVEMENTE DE SU MANO

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El escritor madrileño Torcuato Luca de Tena sorprendió a sus lectores, en 1990, con una intensa y muy personal publicación lírica, “Poemas para después de muerto y otras versificaciones” (Adonáis). Seleccionamos uno de sus emocionados títulos, redactado en silva tradicional. Temblando de miedo ante la muerte, ya sentada en su lecho acariciándole, implora con urgencia al Resucitado que le ayude a atravesar con éxito la frontera del más allá. Diez años después de la publicación de estos versos, al término de una prolongada enfermedad en silla de ruedas, fallecería el autor a los 75 años, confiando su ser a la bondad del Dios de la Vida.

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APRESURA, SEÑOR,

TIENDE TU MANO

Soy débil y me asusta la frontera

que separa una vida de otra vida.

La de aquí abajo me era conocida

y desconozco mi mansión postrera.

Para cruzar desde una a la otra acera

como soy ciego, he menester que un guía

me lleve suavemente de su mano

mientras dure la obscura travesía

y me ayude a alcanzar el meridiano

que conduce al eterno mediodía.

Si esa mano, Señor, fuera la Tuya,

con los hierros por siempre desclavados,

entonaré contigo el Aleluya

en alabanza a los resucitados.

Ya la muerte se acerca diligente.

Se ha sentado en mis sábanas y siento

sobre mi rostro el hielo de su aliento

y sus frías falanges en mi frente.

¡Apresura, Señor, tiende tu mano,

pues tiene miedo quien hiciste humano!

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ESPERO DAR AMOR Y SER AMADO

Celebramos a continuación el regalo de un magnífico soneto: “Enamorado”, del mexicano Roberto Cabral. El mensaje de su escritura es muy hermoso y se podría expresar así: “Soy feliz en la tierra, amando. Y espero ser más feliz después, amando y siendo amado para siempre.”

Me gustaría ampliar los versos “en plena edad provecta / y plenamente aún enamorado...”, reproduciendo completo el poema La declaración de amor”, fechado a exactos ochenta años de su nacimiento y solo seis de su definitivo viaje al Paraíso de Dios Amor:

Más aún que en tu clara primavera / eres ahora bella, amada mía: / en tu espléndido otoño, se diría / madura en ti la humanidad entera. / Amo tu cuerpo hermoso y tu alma austera, / tu sien surcada de sabiduría, / y te amo al saber tu compañía / para todo y en todo compañera. / Así te quiero, mar de aguas tranquilas, / con tu diáfano ayer, y en las pupilas / la luz de los crepúsculos dorados. / ¡Manos dichosas con que compartimos / nuestro pan amoroso y los racimos / a las viñas celestes arrancados!

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ENAMORADO

De mí, que estoy en plena edad provecta

y plenamente aún enamorado,

sólo diré que el mundo me ha hechizado,

que nada en contra del amor me afecta.

Que, ante lo inevitable, se proyecta

mi vida a un más allá, donde, confiado,

espero dar amor y ser amado

en una forma menos imperfecta.

Que como para arder y consumarme

tengo la eternidad, sin un adarme

de miedo o dudas, a morir me avengo.

Y a fuerza de morir he de perderme

desnudo, elemental, humilde, inerme,

en el inmóvil mar de donde vengo.

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HASTA CAER EN LOS BRAZOS DE DIOS

Inspirado en un texto de Yourcenar, que imagina la muerte y el amor como dulces derrotas, declara Victor Manuel Arbeloa su fe en el amor y en Dios Amor, en esta vida y, después, en la otra, con una convicción, elegancia, intensidad tan extraordinarias que será lo mejor leer ya su delicioso, su valiente Credo y hacerlo nuestro.

O pedir a Dios que aumente nuestra confianza en Él y su Palabra:

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LA MUERTE COMO EL AMOR

No será tampoco una derrota

Amaré y amaré hasta el final

Y con toda la fuerza de mi amor

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entrenado

llegaré a amar

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definitivamente

hasta caer

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en los brazos de Dios

agotado

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de tanta

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belleza

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ternura

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y maravilla

cara a cara encontradas

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ahora

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y para siempre

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CREO y AMO a DIOS pps

Dos Presentaciones independientes y breves, muy personales.

CREO EN DIOS, creador de la naturaleza y del hombre, que da sentido trascendente a la muerte, siembra valores como la Bondad, la Belleza, la Sabiduría, la Libertad... (pulsar aquí).

AMO A DIOS creador, íntimo, amoroso, cercano, poeta, Padre de Jesús Resucitado y nuestro, a quien tanto necesitamos (pulsar aquí).

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NOSOTROS LOS MAYORES,

y la Poesía

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36. Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL, de Eloy Sánchez Rosillo

LA ESCONDIDA FUENTE, de Eloy Sánchez Rosillo

EL VIAJE, de Eloy Sánchez Rosillo

ÍNDICE DEL 25 al 36

37. Miro mis manos...

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS, de Eloy S. Rosillo

CERTIDUMBRE QUE QUEMA, de Eloy Sánchez Rosillo

38. El efecto mariposa

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis

VISITA AL MERCADO, de Leopoldo de Luis

39. Agnosticismo, viejo perro...

SANTOS RECINTOS, de Leopoldo de Luis

LOS AMANTES, de Leopoldo de Luis

POEMA DE AMOR LEYENDO A MACHADO, de L. de Luis

40. ¡Cómo amaba la vida!

ATARDECER EN BARAÑÁIN, de Jesús Mauleón

PISA ESTE PARQUE, de Jesús Mauleón

NUEVO EPITAFIO, de Jesús Mauleón

41. Con esta dicha de sentirme vivo

GRACIAS, GRACIAS, de Jesús Mauleón

PLAZA DE LOS CASTAÑOS, de Jesús Mauleón

YO PONDRÉ SOL, de Jesús Mauleón

42. Pero ésta no es mi casa

PERO ÉSTA NO ES MI CASA, de Jesús Mauleón

ESPERO, de Jesús Mauleón

ESTE POEMA NO FUE NUNCA ESCRITO, de Jesús Mauleón

43. Cuando mueren los otros

ESA MUERTE PEQUEÑA, de José María Fernández Nieto

RUDA FAENA, de Daniel de la Vega

44. Vendrás de noche o de mañana

CIRIOS, de José Emilio Pacheco

SÉ QUE VENDRÁS, de Joaquín Antonio Peñalosa

A VOCES, de Joaquín Benito de Lucas

45. Avísame, Señor

HERIDO VER, de Ramón de Garciasol

ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero

CONVALECENCIA, de Juan Ramón Jiménez

46. El rostro que conjura ver al final

EL ROSTRO QUE CONJURA, de José Agustín de Goytisolo

ANNE MARIE, de Ricardo Paseyro

VER LLEGAR LOS INVIERNOS..., de Fernando Fortún

47. Descifrando sentidos a la muerte

SERÁN CENIZA, de José Ángel Valente

MUERTE VENIDERA, de Joaquín León

48. Amaré y amaré hasta el final

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de T. Luca de Tena

ENAMORADO, de Roberto Cabral

LA MUERTE COMO EL AMOR, de Victor Manuel Arbeloa

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