Nosotros los mayores, y la Poesía 38. EL EFECTO MARIPOSA

Nido de poesía: Nicolás de la Carrera
31 mar 2015 - 10:02
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Auspiciando mi propio provecho de mayor de 79 años, y sospechando posible satisfacción y ayuda para contemporáneos amantes de la poesía, me fui perdiendo por las páginas líricas de la voluminosa “Obra poética” de Leopoldo de Luis, especialmente del Tomo II, escrito con veterana lucidez. Por sonoros y húmedos rincones de aquella espesura fui descubriendo importantes versos que me dispongo ya a reproducir en su belleza y elementalidad.

Pero será conveniente informar del autor, señalado por Fernando Díaz de Castro como una de las mejores voces de la reciente poesía, “siempre contenida, grave y profunda, de vuelo imaginativo ceñido por la palabra melodiosa y sobria y por el pensamiento sereno.”

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NADA SE MUEVE NUNCA, NI LA HOJA DE UN ÁRBOL...

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El “efecto mariposa” suele concretarse en el siguiente aforismo:”el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York”. Se trata, más o menos, del fenómeno interactivo en un determinado sistema, donde la más mínima variación de un elemento, puede provocar perturbaciones notables en el conjunto. Podíamos hablar, en el plano religioso, de la Comunión de los Santos como de un ecosistema espiritual de bendiciones y gracias entre los miembros de la familia de Dios Amor.

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El poeta solidario Leopoldo de Luis, al tiempo que, en 1969, daba a conocer la importante Antología de Poesía Religiosa de Alfaguara, publicaba también su imprescindible florilegio “Poesía Social española contemporánea”. Hoy, en “La Repercusión” acerca sus versos a nuestra conciencia. De muy lejos, desde cualquier desorden, cualquier injusticia en el plano natural o en el moral, le llegan a su despacho olas de agua o sangre, heridas plumas, lágrimas compartidas, fogonazos de muerte...

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LA REPERCUSIÓN

En las costas australes ha sonado

un pequeño estampido. El hielo rompe

sus estatuas y corre un breve arroyo

de agua o sangre en la noche. Yo lo siento

porque mi cuarto un poco se ha inundado.

En las alturas de Asia muere un pájaro

contra la libertad del horizonte

herido por los rastros de metralla

que recorre la guerra. Lo percibo

porque una pluma cae sobre mi mesa.

Llora por las planicies africanas

un niño abandonado con el vientre

hinchado por el hambre que devora

su menuda armazón. Yo me doy cuenta

porque lágrimas mojan mis papeles.

En alguna ciudad de Norteamérica

un aullido final se ha levantado

desde la silla eléctrica que abraza

a un negro y su condena. Yo lo aprecio

por una sacudida de mi lámpara.

Nada se mueve nunca, ni la hoja

de un árbol sin la expresa voluntad

del cosmos conmovido y simultáneo

y se prolonga en sucesivas ondas

hasta herirnos de pronto en nuestra casa.

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SOLO NOS SUSTENTAMOS DE LA MUERTE

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En “Visita al mercado”, la sensibilidad del poeta cordobés hacia toda vida nos abre su corazón de hombre ante el bodegón de naturaleza muerta que son el escaparate de una carnicería y la lonja urbana de un establecimiento de pescado. Lo muerto del mercado un día estuvo vivo y era feliz por la campiña y los océanos. Les robamos su carne, su energía...

En una de las infinitas páginas de Internet dedicadas al vegetarianismo, he leído, y me ha emocionado, el testimonio de Ramona: “No tuve ninguna necesidad de ver vídeos de mataderos ni escuchar relatos macabros de qué pasaba con los animales antes de llegar a la mesa. Simplemente, me hice vegetariana porque los amo.”

VISITA AL MERCADO

Cuánto tienen de muerte y de despojo

estas sangrientas carnes troceadas,

Pescado441
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estos pescados lívidos, abiertos

sobre el funeral mármol del mercado.

Cabeza cercenada, ojos acuosos

sin campos que mirar, sin oleajes,

arrancados del aire de sus patrias.

Fragmentos que sostienen

tristemente el fulgor de nuestra vida.

Casi humanos, se muestran abatidos,

víctimas ciegas de nuestra crueldad.

Sobre ellos transitaron soles, nubes,

golpes de mar y ráfagas terrales.

En el paisaje fueron pieza activa,

se envolvieron sus cuerpos palpitantes.

Un poco nos sentimos ellos mismos,

somos su piel, sus pálidas escamas

y escalofrío somos de su muerte.

Cordero degollado que fue un día

sacrificio ritual ante un dios mudo.

Pez que otrora fue símbolo

de enviado de dios crucificado.

Animales de mágicas historias,

desconocidos huéspedes de fábulas,

protagonistas de leyendas lueñes

que concitan augurios y consejas.

Pequeños reyes de sus territorios

con cuánta crueldad los derrocamos

y los volvemos humilladas víctimas.

Nosotros devoramos las especies

y absorbemos su vida que prosigue

su energía y calor por nuestras venas.

Somos la vieja fuerza de otros seres

el latido de especies agotadas

que se propaga en vísceras y huesos

de nuestro insatisfecho laberinto.

Me estremece la carne que fue viva

y me transmite su poder errático.

El mercado nos muestra las carencias

de nuestra hambre deshumanizada.

Sólo nos sustentamos de la muerte.

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RAZONES PARA SER VEGETARIANO

Vídeo de AnimaNaturalis con celebridades argentinas: 3,44 minutos. Pulsar aquí.

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NOSOTROS LOS MAYORES,

y la Poesía

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36. Regresar a ese limpio manantial

EL MANANTIAL, de Eloy Sánchez Rosillo

LA ESCONDIDA FUENTE, de Eloy Sánchez Rosillo

EL VIAJE, de Eloy Sánchez Rosillo

ÍNDICE DEL 25 al 36

37. Miro mis manos...

MEDITACIÓN SOBRE UNAS MANOS, de Eloy S. Rosillo

CERTIDUMBRE QUE QUEMA, de Eloy Sánchez Rosillo

38. El efecto mariposa

LA REPERCUSIÓN, de Leopoldo de Luis

VISITA AL MERCADO, de Leopoldo de Luis

39. Agnosticismo, viejo perro...

SANTOS RECINTOS, de Leopoldo de Luis

LOS AMANTES, de Leopoldo de Luis

POEMA DE AMOR LEYENDO A MACHADO, de L. de Luis

40. ¡Cómo amaba la vida!

ATARDECER EN BARAÑÁIN, de Jesús Mauleón

PISA ESTE PARQUE, de Jesús Mauleón

NUEVO EPITAFIO, de Jesús Mauleón

41. Con esta dicha de sentirme vivo

GRACIAS, GRACIAS, de Jesús Mauleón

PLAZA DE LOS CASTAÑOS, de Jesús Mauleón

YO PONDRÉ SOL, de Jesús Mauleón

42. Pero ésta no es mi casa

PERO ÉSTA NO ES MI CASA, de Jesús Mauleón

ESPERO, de Jesús Mauleón

ESTE POEMA NO FUE NUNCA ESCRITO, de Jesús Mauleón

43. Cuando mueren los otros

ESA MUERTE PEQUEÑA, de José María Fernández Nieto

RUDA FAENA, de Daniel de la Vega

44. Vendrás de noche o de mañana

CIRIOS, de José Emilio Pacheco

SÉ QUE VENDRÁS, de Joaquín Antonio Peñalosa

A VOCES, de Joaquín Benito de Lucas

45. Avísame, Señor

HERIDO VER, de Ramón de Garciasol

ENFERMO, de Luis Álvarez Lencero

CONVALECENCIA, de Juan Ramón Jiménez

46. El rostro que conjura ver al final

EL ROSTRO QUE CONJURA, de José Agustín de Goytisolo

ANNE MARIE, de Ricardo Paseyro

VER LLEGAR LOS INVIERNOS..., de Fernando Fortún

47. Descifrando sentidos a la muerte

SERÁN CENIZA, de José Ángel Valente

MUERTE VENIDERA, de Joaquín León

48. Amaré y amaré hasta el final

APRESURA, SEÑOR, TIENDE TU MANO, de T. Luca de Tena

ENAMORADO, de Roberto Cabral

LA MUERTE COMO EL AMOR, de Victor Manuel Arbeloa

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